Por apoyar a Rocío Carrasco me han deseado la muerte

He recibido miles de mensajes deseándome varios cánceres

He estado fuera dos semanas y durante este tiempo he visto qué exaltados estaban los ánimos por el asunto de Rocío Carrasco. Y yo es que en este charco no quiero broncas, la verdad. 

Como yo me siento más cercano a Rocío Carrasco, he recibido miles de mensajes deseándome varios cánceres, muertes dolorosas y males varios. Vaya, qué manera más bonita de defender a Antonio David.

Me sobran la mayoría de opiniones y, fundamentalmente, la mía. Porque de la misma manera que no me atrevería a aconsejar a un cardiólogo sobre una operación a corazón abierto, no entiendo qué conocimientos poseemos para enmendarles la plana a todas las expertas en violencia de género que han dictaminado que Rocío es una víctima.

Una docuserie incómoda

Es muy difícil no hablar de política porque todo en la vida es política. Incluso la serie documental sobre Rocío Carrasco. Es más: esa, más que ninguna. Porque en realidad de lo que se habla en esa serie es de romper con ese estereotipo de mujer y madre tradicional, y eso acaba doliendo. Porque hay mucha gente a la que no le viene bien que las mujeres alcen la voz y reclamen igualdad.

La serie documental de Rocío Carrasco es un ataque demoledor contra la parte más reaccionaria de la España contemporánea. Un arma de destrucción masiva contra la culpa y la moral castradora.

Recomiendo series y libros

Aquí va una lista de cosas con las que he disfrutado estas dos semanas de descanso: 

La serie ‘Gambito de dama’ (de Netflix), se me han san saltado las lágrimas en el último capítulo y me ha hecho muy feliz llorar porque era una válvula de escape que tenía muy abandonada.

‘El infinito en un junco’ (de Irene Vallejo), un ensayo precioso sobre el nacimiento del libro y su importancia.

‘Muestras privadas de afecto’ (de Guillermo Alonso), una novela que te remueve emocionalmente de tal manera que te deja del revés y con el corazón encogidito como el papel de la magdalena de Proust.

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