«Lo que atrapa de Carmen Borrego es verla cabreada como una mona»

MEDIASET

Cosas maravillosas que encuentro por las redes: un trocito de entrevista de Íñigo a la legendaria actriz Lola Gaos. Intuyo que está hecha a mediados de los ochenta. Le pregunta el periodista por su fama de incómoda y conflictiva y ella responde sin tapujos: “Y lo soy. Y esa es una de las razones por las que no me llaman.Hemos luchado para conseguir una serie de cosas y tengo la obligación moral y personal de no consentir que esas cosas vuelvan a repetirse hoy. Entonces tengo que protestar. Otros aceptan por miedo al paro, porque hay mucha necesidad. Yo miro y releo contratos. Trabajo ocho horas y no trabajo una hora gratis ni ‘pa’ mi padre”.

Para mí, la verdadera libertad del ser humano tiene mucho que ver con no tener que pasar por el aro en cuestiones laborales. He sido muy poco valiente en ese aspecto.Soy hijo de una generación cuyo cabeza de familia me repetía machaconamente que tenía que aspirar a un trabajo fijo para asegurarme el futuro. Y escogí un trabajo en el que no existe nada para toda la vida y que te obliga a convivir con la incertidumbre. Todo lo contrario de lo que quería mi padre, que murió cuando las cosas ya me iban bastante bien a mi edad.

Él no había cumplido los sesenta y a mí me quedaba alguno para llegar a los treinta. Asustan las comparaciones. Un tumor cerebral se lo llevó por delante a los cincuenta y nueve. A mí me queda menos de medio año para cumplir cincuenta y cuatro. Siguiendo con las edades: mi madre se quedó viuda a los cincuenta y seis. Qué relativos se vuelven los años cuando vas cumpliéndolos.

Más Lola Gaos que nunca

Hoy, en el aspecto profesional, me siento más Lola Gaos que nunca.Con el auge de las plataformas no sé cuántas veces me han propuesto aparecer en documentales de los temas más diversos. Cuando pregunto cuánto pagan por la intervención se produce un incómodo silencio. “No pagamos”. ¡Ah! Pero entonces ¿de qué se piensan que vivimos los que salimos en la tele? ¿No se puede catalogar como trabajo prepararte un tema y maquillarte y peinarte para grabar? Antes me daba muchísima vergüenza hablar de dinero. Ahora, ninguna. No quiero dármelas de valiente porque he pecado demasiadas veces de lo contrario.

El miedo al futuro

En este punto de mi carrera en el que estoy haciendo bastantes balances, creo que me he rebelado muy pocas veces. Debería haberlo hecho mucho más.Pero entra ahí el síndrome del impostor, tan frecuente en mi oficio. Crees que no te mereces lo que te pagan y aceptas por temor al paro, a la incertidumbre. Lo que ya apuntaba Lola Gaos en los ochenta.

Yo, que he hecho de todo por miedo al futuro, estoy empezado ahora a decir “No”. A los cincuenta y tres. Ya era hora. Fíjate que aprendí antes a decir “No” a los premios. Podría tener la casa llena. De lo más diversos. Pero no. La mayoría de premios se entregan a los que confirman su asistencia al acto.

Premios a la basura

Te urgen a que lo aceptes lo antes posible porque si no deben buscar a otra persona que sí que esté disponible. La de bandejas de plata que he ido acumulando de premios que daban antes las discotecas o terrazas. Pura propaganda de los negocios. Tarde o temprano acababan en la basura.

Detesto las bandejas de plata con mi nombre escrito en ellas. Se tenía que escribir y lo escribí. En lo laboral, creo que los jóvenes no tragan con tanta facilidad como lo hacíamos nosotros. Hacen muy bien.Me da mucha risa cuando veo a señoras, señores y señoros hablar con orgullo de que antes se trabajaba con mucha alegría por un sueldo irrisorio y encima dabas gracias porque estabas aprendiendo. Explotación se le llama a eso. Relación insana con el trabajo, apostillo yo. Como la de mezclar elementos emocionales con la empresa para la que trabajas. Eso es una de las cosas que traté en mi última sesión con Silvia, mi psicóloga. Evítalas en la medida de lo posible –las emociones en el trabajo, no a las psicólogas– y desempeña tu labor con profesionalidad. El trabajo es trabajo. Punto. Ya verás la de cantidad de quebraderos de cabeza que te ahorras. Y que no te dé vergüenza luchar por un sueldo digno.La vergüenza es para los que intentan contratar por salarios de mierda.

Hay empresas que, amparándose todavía en la crisis del 2008, no han subido sueldos. Pero ellas bien que han incrementado beneficios.

¿Está ganándose Carmen Borrego lo que le pagan? Para mí, sí. Cuando contratas a un perfil como el suyo sabes lo que estás comprando: un nombre como banderín de enganche para las primeras galas de la edición, esas en las que el gran público no ha tenido tiempo de encariñarse con los concursantes. Entiendo que haya gente que se queje del excesivo protagonismo de Carmen en las primeras galas pero para eso se la ha llevado. Como efecto llamada. Una vez puesta en marcha la edición hemos empezado a detectar con muchísima alegría que hay muchos perfiles que nos van a generar tramas muy diversas. Y que también contamos con concursantes que nos van a proporcionar grandes alegrías en los juegos. De ahí que Carmen, según mi opinión, está cumpliendo perfectamente con su cometido. Aunque también entiendo las hostias que está recibiendo en algunos programas de la cadena. Forman parte del juego y entran en el sueldo. Y adelanto que cuando llegue a España cargará contra todos y se hartará de decir que nadie la ha defendido y que es una incomprendida. También forma parte de su ADN.

Recordad, pase lo que pase siempre habrá una Campos peor que tú. Pero luego se le pasará el cabreo y ahí estaré yo para picarla de nuevo y sacarla de sus casillasEl mismo mar de todos los veranos. Así como lo que nos gusta de La Gioconda es su sonrisa, lo que nos atrapa de Carmen es verla cabreada como una mona blasfemando en arameo.

Artículo original en Lecturas.