Mi experiencia de safari

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Estoy de vacaciones pero no desconectado. Me gusta estar al tanto de lo que sucede y, como sabéis, suelo leer los comentarios que publicáis cuando subo alguna fotografía. Por eso me he animado a escribir este texto, para todos aquellos que manifiestan preocupación por el daño que los safaris pueden provocar en los animales.

Para empezar, decir que está terminantemente prohibido que el jeep en el que vas montado se salga del camino establecido. No te puedes acercar a los animales y siempre tienes que estar en silencio.

Prohibido imitar sus sonidos. De ahí que un jeep, o veinte, no causa ningún temor en un animal. Están acostumbrados a ellos y saben que no son peligrosos. Os puedo asegurar que le provoca mayor temor un león.

Está prohibido hacer safari entre las seis de la tarde y las seis de la mañana puesto que es la hora en la que se concentra mayor actividad en los parques. Los depredadores salen a por sus presas y cualquier tipo de luz distorsionaría el cauce de la naturaleza.

Pagas por entrar en los parques por lo que ayudas al estudio y mantenimiento de los animales y a que determinadas especies sigan estando protegidas de cazadores furtivos.

De hecho, en el Ngorongoro sólo quedan veintiún rinocerontes y cada uno de ellos lleva un GPS para saber donde se encuentran en cada momento puesto que lamentablemente son piezas muy preciadas para los cazadores.

Si no existieran parques desaparecerían muchísimas clases de animales. Los hoteles están muy integrados en el parque y jamás afectan la vida de los animales. Además la controlada afluencia de turistas ayuda a que comunidades autóctonas se beneficie de nuestra presencia, participando en programas que ayuden a mejorar su calidad de vida.

Escribo todo esto para aquellos amantes de los animales que crean que éstos sufren con actividades como el safari. Tranquilos porque no es así.

Y para aquellos que se empecinan en criticar sin ningún tipo de conocimiento y se alimentan de su mala leche no tengo remedio. Sólo desearles que intenten vivir sin ira aunque también es verdad que hay gente que es muy feliz revolcándose en su infelicidad. Lo puedo llegar a aceptar pero que no pretendan que convivamos con su resentimiento.

¡Hasta muy pronto! Os echo de menos.

P.D. Sueña la margarita con ser romero y yo con ser jirafa para tener su cuello.