Mi emotiva despedida de Alba, la hija de Mila

El sábado por la mañana viene Alba a despedirse a casa. No dejamos ni un momento de hablar de su madre, que no podía estar más orgullosa de la vida que tiene su hija. Sólo aparecen en nuestra conversación esos recuerdos tan propios del carácter de Mila, que era única por exceso y por defecto.

Por Alba sentía adoración. La admiraba. Disfrutaba muchísimo contándonos cosas de cuando estudiaba en Suiza o de lo feliz que la veía viviendo en Ámsterdam con su marido y sus hijos. Alba era para Mila un punto de apoyo importantísimo.

Cuando regresaba de Ámsterdam, Mila volvía renovada, con ganas de seguir luchando. En una palabra, feliz. Se me encogió un poquito el corazón cuando me despedí de Alba, porque entendí que, en cierta medida, también la perdía un poco.

El ejemplo de Mila

Creo que fue el domingo cuando tomé conciencia de que no iba a volver a ver a Mila; y además de la manera más tonta. Estaba repasando Instagram y aparecían varias publicaciones hablando de su muerte. Me impactó leer la palabra ‘muerte’ asociada a Mila cuando en todas las fotografías salía sonriendo y llena de vida.

Me reconfortó mucho verla en esas imágenes. Con el paso de los años Mila había conseguido calmar sus tormentos y vivir una vida muy plena. Ella lo sabía, pero a veces se hacía la sueca, porque le gustaba un drama y regodearse en él.

Me gusta recordarla como la mujer valiente que era, muy comprometida con sus amigos. Si ella te acogía en su manto protector, era capaz de poner en peligro hasta su trabajo, cosa que siempre me sorprendió, porque con los años uno tiende a hacerse más conservador. Pero ella tenía un sentido de la lealtad a prueba de bombas.

No siempre se gana, pero Mila me ha enseñado que con empeño y tesón se puede cambiar el sentido de unas cartas que te vienen muy mal dadas. Además, mi amiga Mila ha conseguido algo impensable: que las aguas vuelvan a su cauce en ‘Sálvame’. Después de la fractura que supuso la docuserie de Rocío Carrasco pensé que el asunto tenía ya poca solución. La marcha de Mila ha logrado quee volvamos a ser una piña y que lo de Rocío Carrasco parezca lejanísimo.

Continúa leyendo en Lecturas.com