Adiós a ‘Cazamariposas’

He visto llorar desconsoladamente a Nuria Marín y a Nando Escribano en el último ‘Cazamariposas’. Los entiendo perfectamente. Una de las cosas a las que más me cuesta acostumbrarme de esta profesión es a las despedidas. Lo he vivido en la televisión y en el teatro: trabajas de una manera tan intensa con un grupo de personas, vives tantas emociones, compartes tantos buenos y malos ratos que se convierten en tu familia. Y de un día para otro te quedas como huérfano.

El trasiegode gente es lo que te mantiene joven. Se van Nuria y Nando y todo un equipo de profesionales que durante siete años han tocado las pelotas desde Barcelona, y lo han hecho muy bien. Hacer el programa fuera de Madrid les favorecía porque así no tenían la posibilidad de conocer a los personajes de los que hablaban y no corrían el peligro de contaminarse por los afectos.

Un equipo joven como el de ‘Cazamariposas’ debe estar siempre jugando al límite, porque luego ya viene la vida para aburguesarte y convertirte en un simple vocero de los avatares de la estrella del momento.ç

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