Ilusionado de volver a subirme a un escenario

“¿Quieres hacer un espectáculo sobre la vida?”. “Sí, claro” respondo. “Perfecto –continua él–, estrenamos en marzo del 2020.

De cómo nos enfrentamos a la vida, como la vivimos, lo que nos inquieta de ella, lo que nos produce alegría, dolor. No tengo miedo, solo ilusión. Ilusión de volver a subirme a un escenario, de ponerme a estudiar, de ensayar, de ponerme nervioso. Además, está previsto que cumpla cincuenta años –¡cincuenta! – actuando en Barcelona. Esta semana me hago las fotografías para el cartel y espero mostrároslas la semana que viene.

Llega el Orgullo y con él, como cada año, esas voces que vaticinan el Apocalipsis por la invasión del mundo marica. El mismo rollo de todos los veranos. Dejar hablar sin interrumpirles a los tóxicos, los nocivos, los manipuladores. Solo así quedará al descubierto su mezquindad y su incultura. Se mueven bien en tertulias porque guarrean, pero metan la pata en cuanto intentan enhebrar cuatro ideas seguidas.

Todos nos creemos guapos. O al menos, más guapos que el común de la media. Creo que la costumbre de vernos nos ayuda a reconciliarnos con nuestros defectos. Solemos ser compasivos con nuestra fealdad porque la tenemos muy vista, pero rechazamos el defecto en el contrario porque, a menudo, nos recuerda a alguno nuestro corregido y aumentado. Yo veo cada vez mejor, quizá porque me miro cada vez menos.

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