Mila, me he dado cuenta del brillo que le dabas a mi vida

De verdad te lo digo, yo pensaba que una vez que te fueras la vida de los que te hemos querido iba a ser un paseo en góndola porque ibas a estar protegiéndonos. Pues vaya chasco. Hablo de mí, que es el tema que aparentemente mejor domino. Barajo dos hipótesis: o estás deseando que me vaya contigo porque el lugar en el que estás debe ser la leche o te estás divirtiendo mogollón puteándome. Pero desde aquí te lo pido por favor: para ya. Menudo principio de temporada más desastroso, no recuerdo otro peor desde hace siglos.

El recuerdo permanente de Mila

La cosa comenzó a pintar mal ya en el verano, que tuve que obligarme a salir de casa para que me diera el aire. Acabamos Cristina y yo en Corfú, que la verdad es que nos entretuvimos, pero al final era más fu que fa. Total, que adelantamos la vuelta unos cuatro días. Ahí ya nos acordábamos mucho de ti a todas horas. 

Unos meses complicados

En el agua, paseando, tomando una caña, en la cama antes de dormirnos. Volvimos para iniciar una temporada que, como te digo, creo que ha sido la peor en muchísimos años. Así, para que te hagas una idea: he tenido problemas de salud que me han obligado a suspender televisión y funciones de teatro, desgana generalizada y ausencia de locura vital.

«El brillo que le dabas a mi existencia»

Y es que me he dado cuenta, Mila, del brillo que le dabas a mi existencia. Juntos éramos la burbuja del champán, el lazo de una caja de regalo. Un brindis eterno. Pero, bueno, no estás y tenemos que seguir.

Blog completo en la revista Lecturas.