La ‘progre’ de hoy

Cuando yo era pequeño –ponle unos cuarenta años atrás, más o menos– mi padre llamaba a su única hermana ‘la progre’. Y no lo hacía en buen plan, no. Lo decía con retintín, con su puntito de burla incluso. “Es que tú eres muy ‘progre’ le decía mi padre cuando mi tía Mari Carmen se pronunciaba en las reuniones familiares sobre algún tema social, que en aquella época tendría que ver con la hora de la llegada a casa de mis hermanas.

Y no es que mi padre fuera muy conservador ni un meapilas. Mi familia paterna tenía tintes anticlericales, eso sí que lo recuerdo. No se fiaban de los curas, eran republicanos. Con todo y con eso, mi padre utilizaba la palabra ‘progre’ con sorna. Ahora ha vuelto a la palestra –que diría un concursante de reality– el término ‘progre’. Y se utiliza también de manera despectiva.

Que lo empleen los dinosaurios, lo entiendo, pero cuando veo que gente de mi edad lo usa para sus artículos de la misma manera que lo hacía mi padre es como para cortarse las venas. Si la izquierda fuera inteligente, digo yo que intentaría que uno de los presentadores más populares de este país estuviera en sus actos, pero le pierde su proverbial y bochornosa superioridad moral, y se maneja en la España actual con coordenadas antiguas y muy pasadas de moda.

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