He podido besar a mi madre después de un año

I.P. no evoluciona

Reaparece Pantoja y lo hace como siempre. La pandemia y la ruptura con su hijo no ha hecho ni la más mínima mella en ella. Vamos, que la vida pasa y la folclórica no evoluciona. Aparece en el plató de ‘Top Star’ rodeada de un numeroso séquito que se encarga de darle de beber y alimentar continuamente su inabarcable ego. Nada nuevo bajo el sol. 

Isabel Pantoja tira de repertorio en su reaparición mediática y yo echo en falta que de vez en cuando se le rompan las costuras del alma en directo. Pero de verdad, sin aspavientos propios de tonadillera tardofranquista.

No perdono la siesta

Hay una hora en la que el silencio se adueña de la casa: la de la siesta. Los perros se desenchufan y no hay manera de hacer vida con ellos. No están para nadie. De pequeño odiaba las siestas, creo que a todos los críos les pasa. Que te metan en la cama en una edad en la que la vitalidad te chorrea por los poros es casi contranatura. Ahora mato por ellas.

La Belén empresaria

Se ha metido Belén Esteban a empresaria y le va de maravilla. Su gazpacho y su salmorejo están arrasando en todos los puntos de venta y la empresa que los produce ha tenido que contratar a más gente para poder reponer existencias con eficacia. Se lo toma en serio y cuando habla de su marca –Sabores de la Esteban– explica rotunda que “ha venido para quedarse”.

Me hace gracia que utilice esa expresión porque es lo mismo que digo yo cuando me hacen entrevistas y me preguntan por el teatro. “He venido para quedarme”. La televisión nos ha dado mucho a Belén y a mí. Nos ha ayudado a vivir una vida repleta de emociones. Intensa, apasionante, Agotadora a veces, pero siempre única. No cambio mi vida por la de nadie; creo que a Belén si le preguntase me contestaría exactamente lo mismo.

Mi madre, mejor que nunca

Mi madre ya está vacunada y, después de más de un año sin acervarme a ella, le he podido dar un beso. Tiene ochenta y un años y la veo mejor que nunca, aunque el otro día me contó que de vez en cuando tiene pensamientos feos y se pone a divagar sobre qué será de su piso cuando ella no esté y esas cosas. Le digo que no pierda el tiempo con esas tonterías, que se fije en mí, que estoy vivo de milagro.

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