Está mal visto que el trabajo dé felicidad

Ya no importa qué trabajo hagas o si está bien o mal hecho. Únicamente importa la fama. Te ven por la calle, no te dicen ni buenas tardes y te agarran por el hombro y te colocan para una foto, aunque tú no quieras. La fama se ha convertido en un elemento para satisfacer el ansia de los demás. Si antes tenía algún valor, aunque fuera mínimo, ahora ya no tiene ninguno. Los famosos nos hemos convertido en seres al servicio del narcisismo de los usuarios de las redes sociales.

No existe el límite porque creen que tienen el derecho de hacerlo y, ante eso, no hay nada que hacer. Bueno, sí. Dejar de salir a la calle.

 

El martes dijo (Mila) en ‘Sálvame’ que estaba muy cansada y que había llegado el momento de ir haciendo las maletas y retirarse a sus aposentos. Está mal visto que el trabajo dé la felicidad. Se lo decía a mi amigo Adrián estos días: “Me ha costado mucho reconocer que trabajar me hace feliz, tener mi agenda ocupada, idear proyectos. Liego también me lo paso bomba en mi tiempo libre, pero la gente piensa que los que trabajamos tanto es que llevamos una vida personal de mierda y no es así”.

Barbara Streisand, carera. Quién me iba a decir a mí que la vida me ofrecería ver en vivo a una artista que me ha acompañado en tantos y tantos momentos. Soñar con ver a Barbra Streisand en directo, imaginar cómo será el concierto, ha sido más espectacular que el hecho, que también lo fue.

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