El esperado estreno

Cuando pasen los años y me pregunten qué ha significado el teatro para mí, no hay duda: se agolparán en mi memoria las imágenes de mi familia aplaudiéndome en el patio de butacas. Si eso no es la felicidad, debe parecérsele. Mi tercera función, ‘Desmontando a Séneca’, se estrenó el jueves en Donosti. Hasta esta ciudad se trasladaron mi madre, mis hermanas Ana y Esther y mis cuñados Eduardo y Carlos. Llegaron el miércoles y, por la noche, salimos a cenar.

El jueves por la mañana nos hacemos unas fotografías en el imponente hall del Teatro Victoria Eugenia. Mi hermana Esther, que es más tímida que yo, anda un poco reticente. Y más desde que le advierto que a lo mejor nos dan portada en la revista. Si fuera por mi madre, la revista debería hacer un desplegable con nosotros. Tras el frustrado estreno en Córdoba, volvemos seis meses después. Todo llega, no hay duda. Quedo a almorzar con mi familia y acabo comiéndome media torrija con helado de vainilla. Esta noche no ceno.

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