Desde que no bebo me cuesta más ponerme a la tarea de ligar

En este puente tampoco he ligado absolutamente nada. Lo cual ya ni me preocupa, y el que no me preocupe empieza a preocuparme. Porque van ya para seis meses sin tener ayuntamiento carnal con alguien y estoy ya bastante acostumbrado. Y eso no me gusta porque soy puritito fuegote. Porque a mí hasta hace muy poco tiempo me sobraban los motivos para irme a la cama con cualquiera. A ver, ahora también, no es cuestión de ponerse exquisitos, pero desde que no bebo me cuesta más ponerme a la tarea. Porque cuando no bebes estás más lúcido y entonces sostener conversaciones absurdas con el fin de tener sexo pues se me hace un poco cuesta arriba. Me he quitado todas las aplicaciones de ligoteo porque no me rendían, así que estoy en esta época de mi vida en la que es más fácil que me toque el Euromillón a tener que cambiar las sábanas de mi cama por uso y disfrute. Vete tú a saber, igual el universo está preparándome algo. (Pobre universo, la de guerra que le estoy dando con la que tiene encima).

En una firma de libros de Barcelona una señora se me acercó al oído y me dijo que en marzo aparecería alguien. No es que la señora fuera el universo en sí misma, sino que a lo mejor, qué sé yo, tendría dotes adivinatorias y veía que un maromo se venía acercando en lontananza. Si aparece en marzo es que debe vivir muy lejos. Lo mismo es asiático, y si es así vamos a tener un problema porque no me atraen mucho físicamente. Que me perdonen los asiáticos, por favor. Seguro que yo tampoco les gusto a ellos porque me ven pequeño y peludo como un Platero cualquiera. Acabo de caer en la cuenta de que el muchacho que me va a tocar en marzo puede que no sea asiático, pero sí que viva allí. Aunque si hablamos de lejanía también cabe la posibilidad de que sea australiano. Un surfero a lo Matías de ‘First Dates’ no me vendría mal. Pues si me lee que se vaya trayendo la tabla que iremos a Portugal a coger olas. Él, yo no. Yo me quedaré leyendo –porque soy un intelectual– y lo jalearé a pleno pulmón cuando coja una ola. Así ola tras ola hasta quedarme afónico. Hablando de leer: me ha encantado ‘Todo va a mejorar’, el libro póstumo de Almudena Grandes. Pero también me ha puesto un poco triste saber que no habrá más novelas nuevas de una de mis escritoras favoritas.

Blog completo en la revista Lecturas.