Cierra la discoteca donde desperté a la vida

De marcha

Me entero de que se cierra Metro, una de las primeras discotecas gays de Barcelona. Creo que también fue la primera que yo pisé, con veinte años o así. ¿Y cómo me enteré de la existencia de Metro? Creo que por un compañero de la facultad, no lo recuerdo muy bien. Lo que todavía tengo presente es el apuro rayando en la vergüenza que me daba entrar allí.

Que me daba mucho apuro entrar en la discoteca y siempre aprovechaba que por la calle no venía nadie para meterme dentro. Así evitaba miradas maliciosas. Y luego ya dentro me pedía un gin-tonic, o dos, o tres ­–los necesarios para que se me fuera la vergüenza– e intentaba ligar, porque yo siempre he salido con el objetivo de irme a la cama con alguien.

Como todo lo importante en la vida, he amado y odiado a Metro. Ahora, 30 años después de mis primeras andanzas, lo recuerdo con una sonrisa. Asocio mi despertar sexual a esa discoteca. Recuerdo salir de ella a las seis de la mañana y caminar hasta la Plaza Universidad para coger un taxi que me llevara a Badalona muy caliente, casi húmedo, como la ciudad.

Madrid ha cambiado

Llegué a Madrid en septiembre de 1995. Lo he contado más de una vez: desde pequeño soñaba con vivir en esta ciudad y desde el primer momento que puse los pies en la capital supe que era mi lugar en el mundo. La ciudad mitificada jamás me defraudó.

Hace 25 años que vivo en Madrid y la ciudad ha cambiado, pero no precisamente para bien. Poco queda de aquella capital culturalmente inquieta, cosmopolita y siempre dispuesta al entendimiento. 

Almuerzo con Ángel Gabilondo, el candidato del PSOE a la presidencia de la comunidad. Qué agradable conversar con un político reflexivo que no se expresa a golpe de tuit, educado y nada faltón. Porque lo que se lleva ahora son las peleas de callejón repletas de zascas con poco fuste intelectual.

Votaré a Ángel Gabilondo porque creo en su Madrid. Y porque a partir del 4 de mayo quiero vivir en una comunidad en la que prevalezca la paz y no esos miedos rescatados del imaginario franquista más recalcitrante.

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