Buena compañera

Semana ‘horribilis’ para Lydia Lozano aunque ha salido mucho más airosa de lo que me temía. Porque hablemos clardo de una vez por todas: Lydia es indiscutible. Lydia es un género no en búsqueda de autor porque no lo necesita. Es un género autosuficiente que se alimenta de ella misma y la audiencia la devora con gusto porque nunca se sacia. Lydia Lozano ha traspasado el umbral de lo perecedero para convertirse en un clásico y los clásicos, ya se sabe, son intocables.

Lydia no es mala compañera, ni mala persona, ni enrevesada ni resentida. Quizás algunas veces sea torpe o peque de ingenua, pero es la trabajadora que toda cadena de entretenimiento mataría por tener. A sus casi 60 años, conserva la ilusión intacta. No conozco a otra profesional que ame tanto su trabajo. El hecho de que en el mundo de la televisión afirmes que amas tu profesión se ve con cierto desdén porque das por sentado que te pierde la vanidad y el orgullo de que te vean.

Pero en el caso de Lydia es que disfruta con toda la liturgia que conlleva el oficio: el maquillaje, la peluquería, la elección de vestuario, participar en el plató, remar siempre a favor de obra.

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